Microsoft presentó su nuevo chip cuántico, el Majorana 1, con la promesa de que la computación cuántica finalmente podrá resolver problemas útiles. Gracias a su arquitectura y tamaño, el procesador tiene el potencial de apilarse en una sola placa, alcanzando así la escala de los millones de qubits, el «santo grial» del procesamiento. Satya Nadella, CEO de la firma, anunció que el logro fue posible tras el estudio de un «nuevo estado de la materia», totalmente diferente al sólido, líquido y gaseoso.

El estado de la materia al que se refería Nadella es la superconductividad topológica. Es un fenómeno recién explorado donde se unen las atractivas propiedades de la conducción eléctrica sin resistencia con los enigmáticos estados topológicos de la materia, conocidos por presentar resistencia a la deformación.

Con las condiciones adecuadas, materiales asociados a la computación (como el aluminio) pueden «entrar» en el estado de la superconductividad topológica y manifestar nuevos comportamientos con sus propios beneficios. Con un material topoconductor, la transferencia de partículas en una computadora cuántica no tiene obstáculos y, al mismo tiempo, las protege de alteraciones externas.